Durante las últimas semanas la reflexión para muchos colegas ha sido la misma: ¿cómo se establece un regreso flexible, híbrido y con empatía en un contexto tan volátil y complejo como el actual?. En los últimos 30 meses hemos vivido en una pandemia que nos ha cuestionado todo lo que creíamos como permanente, sobre todo la salud y la libertad de simplemente salir a la calle.
Es por ello que en las organizaciones no solo nos estamos enfocando en cuidar la salud física de nuestros colaboradores, si no en tratar de entender y cuidar de su salud mental, y que esto sea parte fundamental de nuestros beneficios. Nuestros equipos requieren de una nueva propuesta de valor que les permita cuidar de sus emociones mientras se enfrentan a un trabajo retador, pero con propósito. Parece complejo, pero debemos regresar a los básicos y centrarnos en la persona, entendiendo lo que piensa y siente; y para lograrlo es necesario generar espacios en nuestras agendas saturadas por la operación y/o los infinitos planes de evolución digital, para simplemente respirar y ponerle intención al rediseñar el contexto de trabajo.
¿Cómo estamos construyendo el contexto del regreso? Con métricas de productividad, OKRs perfectamente detallados a las funciones de cada colaborador, y con juntas de seguimiento de proyectos para medir la efectividad del equipo. Ya hace algunos años leí al respecto de un importante proyecto que medía la efectividad de los equipos de trabajo, y no basta solo con tener al mejor talento o la más nueva tecnología; se requiere cuestionarse el contexto para marcar una diferencia:
La primera es la Seguridad Psicológica: el cómo empoderarlos para que cada integrante del equipo se sienta con libertad de expresar sus ideas. El crear un ambiente de seguridad psicológica requiere de tiempo, cercanía y conexión con cada integrante. La segunda característica imprescindible es la Confianza, ya que cada relación pone su base y sustento en ella. Ambas características van de la mano para marcar una diferencia.
Ahora pasamos a Estructura y Claridad como tercera característica. Con expectativas y dudas aclaradas se evitan reprocesos, y para esto requerimos de la comunicación constante, confianza y seguridad psicológica para levantar la mano y simplemente cuestionar.
La cuarta característica parece más distante de las primeras tres, y es sobre el impacto de mis acciones y las del equipo en el logro mayor del ecosistema en el que colaboro. Y llegando a la quinta y última característica tenemos el significado: el encontrar sentido de propósito en el trabajo que realizamos y en los resultados obtenidos como persona, como equipo y como organización.
Lo relevante de estas características de éxito para los equipos es que ninguna se compra ni tiene que ver con la tecnología más moderna. Estas características se encuentran en la cultura y se alientan constantemente a través del liderazgo. Así que en estos momentos que nos toca reinventar el contexto laboral, recordemos que el éxito de las organizaciones depende de las personas que tras 30 meses del inicio de una pandemia ya evolucionaron, y ahora piden una evolución cultural en sus organizaciones.
Autora: Edith González, Directora de Talento y Cultura de Grupo Financiero Base. Desde hace 18 años ha sido líder de diferentes funciones que tienen foco y centro en las personas, generando valor para el negocio a través del talento. Es Asociada de ERIAC Capital Humano y participante de los Comités de Propósito y Foro ERIAC de la misma Asociación. Esposa y madre, amante de la cocina, curiosa, intuitiva, apasionada del reto, del aprendizaje y de la evolución constante del ser. contacto@eriac.com.mx