En la mayoría de las organizaciones, en estas fechas llenas de emotividad
en las personas, quienes resultan ser nuestros colaboradores; nos encontramos
en el cierre de la planeación estratégica que nos determina el rumbo a alcanzar
en el año que está por iniciar.
Pero esta planeación no estaría completa, si no la enfrentamos al análisis
de la emotividad organizacional que nos da nuestra cultura organizacional
(propósito, misión, visión, valores) misma que debe respaldar los objetivos
estratégicos que darán cause a las metas y objetivos de negocio que se
convertirán en las acciones específicas de las áreas funcionales, de los equipos
de trabajo y de los objetivos individuales.
Sin embargo, el mayor de los retos que representa esta etapa es la
alineación de dicha estrategia y las metas de negocio; con las actividades del
día a día de cada uno de los colaboradores, y esta alineación, es lo más
importante para garantizar las metas, pero también, lo más complejo si no
preparamos el ambiente y las capacidades, en donde los líderes sean ejemplo de
los comportamientos necesarios para garantizar el en esta alineación.
Reflexionemos… como líderes, ¿estamos preparados?, como gente de recursos
humanos, ¿hemos ayudado a preparar a la organización para alcanzar la
alineación?
Si consideras que no estamos preparados para lograrla, es momento de reforzar
una comunicación efectiva, en donde lo líderes aseguren que todos los
colaboradores entiendan las prioridades y expectativas de la organización, y
todo esto requiere de una planeación cuidadosa, una ejecución disciplinada y
una capacidad de adaptarse rápidamente a los cambios; preparación indispensable
para enfrentar cualquier factor interno y/o externo que pueda modificar los
planes establecidos, como por ejemplo cambios
o nuevas reformas, limitaciones presupuestales, cambios organizacionales,
inflación, comportamiento del mercado, resistencia al cambio, etc.
Todo esto requerirá de una agilidad
organizacional que será esencial para no perder el rumbo, o que los ingresos se
vean afectados. Por esto mismo, es clave, que los líderes puedan revisar de
cerca los indicadores de desempeño (KPI’s) e ir ajustando las acciones en
función al cumplimiento de los planes establecidos.
Ahora bien… hablemos de Talento.
Ya mencionamos que los planes y estrategias se construyen día a día con las
acciones de cada colaborador, sin embrago, el Talento Clave se vuelve
crucial, por lo que requerimos renovar la motivación y su compromiso para
garantizar la continuidad y el éxito organizacional.
Deberemos celebrar la vivencia de nuestra cultura, reconocer los logros
alcanzados, fortalecer el sentido de pertenencia, crear o mantener un ambiente
positivo y de confianza; y si le agregamos que el mercado laboral que está
sumamente competido en estos tiempos; no olvidemos de revisar nuestras
políticas de compensaciones, las oportunidades de desarrollo que ofrecemos, los
planes de desarrollo personalizados, la asignación a proyectos relevantes y de
negocio y por último y no menos importante, el crear una cultura de
retroalimentación abierta, que permita fortalecer la relación entre el talento
y los líderes.
En conclusión, las organizaciones que logren enfrentar estos retos, con una cultura alineada a sus prioridades, equipos de trabajo comprometidos y talento clave reafirmado, estarán mejor preparadas para sobresalir en cada nuevo ciclo.